Gernika: Euskal kulturari buruzko web-ataria

Enlaces relacionados

Comparte

  • del.icio.us
  • zabaldu
  • aupatu
  • meneame
  • digg

Si le ha parecido interesante el artículo puede ayudar a difundirlo

Zure iritzia / Su opinión

Participa

Premios

  • Artetsu Saria 2005

    Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik

  • Buber Saria 2003

    On line komunikabide onenari Buber Saria 2003. Euskonews y Media

  • Argia Saria 1999

    Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria

Enrique Gamarra. La creación sin pausa

Fabio Javier ECHARRI

Su vida

El origen del apellido Gamarra es alavés, según lo testimonian dos pueblos de esta provincia vasca: Gamarra la Mayor —Gamarra Nagusia— y Gamarra la Menor —Gamarra Gutxia—.

La primera comuna se ubica a escasos 5 kilómetros de Vitoria-Gazteiz, en la margen derecha del río Zadorra y a los pies del monte Araka. Apenas a un kilómetro de distancia se encuentra Gamarra Gutxia.1

Enrique Gamarra es consciente y está orgulloso de su origen vasco y así lo manifiesta. Nació en un pequeño pueblo del interior del Chaco, Argentina, situado a unos 250 kilómetros de la ciudad de Resistencia, llamado Samuhú, palabra guaraní que significa ‘palo borracho’ y designa un árbol típico de la zona y cuya flor es la Flor Provincial. Otrora fue un pujante pueblo fabril, dedicado fundamentalmente a la producción de tanino, pero ahora prácticamente es un pueblo fantasma; uno de los cientos destinados a desaparecer en Argentina porque los trenes fueron privatizados y desmantelados, dejando sin comunicación zonas alejadas de los grandes centros urbanos.

Gamarra junto a Aledo Meloni, Horacio  Riveros Sosa y Eliseo Gamarra

Gamarra junto a Aledo Meloni, Horacio Riveros Sosa y Eliseo Gamarra, en la entrega de un premio a Serafín Ricci en 1967. (Foto cedida por Enrique Gamarra)

Cuando Enrique contaba con apenas tres a ños, su familia se trasladó a otro pueblo, distante 25 kilómetros de Samuhú: Villa Berthet. Su padre fue Enrique del Carmen Gamarra y su madre Apolonia Zapata. Allí vivieron durante una década, en el cual pudo cursar estudios primarios hasta quinto grado en la Escuela N.º79. Luego se trasladaron a Resistencia para que los hijos pudieran continuar educándose.

De esta etapa de su vida recuerda:

“Yo estaba en la hora de matemáticas, y borroneaba versitos en mi ‘cuaderno único’, y recibía la reprimenda de mi maestra que me decía: ‘vos Gamarra no vas a llegar muy lejos escribiendo versitos’. Palabras proféticas de aquella maestra”.

Su padre, nacido en 9 de julio, provincia de Corrientes, vino al Chaco y se instaló primero en La Sabana, para mudarse después de unos años a Samuhú. Allí tuvo a su cargo un Salón de Billar, donde llegó a actuar Carlos Gardel en sus inicios como cantante.2 En Villa Berthet trabajó de peluquero, y en Resistencia lo hizo en la Administración Pública, en la cual se jubiló. Provenía de una familia económicamente acomodada, pero su padre —abuelo de Enrique— había perdido su fortuna por incursionar en la política, pues de su propio peculio solventaba las campañas electorales. Su abuelo materno —Zapata—, era también correntino, de la localidad de Esquina.

Sus hermanos son Carlos Rolando, Edda Belquis y Noelia Teresita; y el matrimonio tuvo dos hijos más que fallecieron a temprana edad.

Enrique terminó la primaria en Resistencia, en la Escuela N.º 1 ‘Benjamín Zorrilla’. Hizo el secundario en el Colegio Nacional ‘José María Paz’ hasta tercer año, y lo culminó en el Bachillerato Nocturno ‘Juan Mac Lean’. Inmediatamente comenzó a estudiar Profesorado en Letras en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste, de la cual egresó en 1962, y donde tuvo compañeros que luego fueron reconocidos escritores, como Alfredo Veiravé y Dalmira Vásquez.

Se casó en 1969 y de ese matrimonio nacieron María Nuria y Gonzalo Fernando. Desde 1980 comparte su vida con Ilda Infeld.

La docencia y la literatura

No trabajó en la Universidad, por ‘algunas experiencias poco gratas’ según él mismo lo define. Sí lo hizo en la Escuela Normal Nacional Superior Mixta ‘Sarmiento’, entre otras escuelas secundarias de la ciudad de Resistencia, y se jubiló siendo Rector en el Bachillerato ‘Juan Mac Lean’, el mismo del cual egresara del secundario. Justamente en este último establecimiento, y hacia fines de la década del 70, padeció persecución política por la dictadura militar cuyos máximos exponentes en el Chaco eran los generales Serrano y Zucconi: fue destituido de su cargo sin explicaciones, y restituido con el advenimiento de la democracia en 1983.

Recuerda con placer su paso por la clásica y conocida Librería ‘Casa Scheinin’, que ya hace muchos años que no existe, donde trabajaba mientras era estudiante universitario. Allí conoció a Alfredo Veiravé cuando éste fue a pedir un crédito para comprar libros, y llegaron a ser buenos amigos. Después trabajó en el Consejo de Educación, pero renunció para dedicarse de lleno a la docencia.

Pero además de sus alumnos de los establecimientos educativos en los que se desempeñó, tuvo y tiene muchos discípulos que son escritores. Él recuerda a algunos: Mario Ramírez, Jorge Pascual, Renato Mancuso, Miguel Ángel Moreyra, Roberto Mateo. No se despega del magisterio; lleva la docencia en el alma.

Miguel Moreyra, uno de ellos, nos dice:

“Enrique Gamarra como maestro es, sin dudarlo, muy exigente, y uno debe tener el valor de aceptar sus críticas severas...A pesar de su larga trayectoria, con las publicaciones y premios que posee en su haber, ha transmitido sin egoísmos sus conocimientos. De parte mía merece el mayor agradecimiento”.

Enrique con su esposa Ilda, compartiendo un momento con José Mariscal y su esposa Margarita

Enrique con su esposa Ilda, compartiendo un momento con José Mariscal y su esposa Margarita. (Foto cedida por Enrique Gamarra)

Mientras estudiaba en la Universidad publicó algunos poemas en forma de folleto. En 1965 vio la luz su primer libro de poemas, el recordado ‘Ademán de mi tierra’. Entre éste, y su última novela ‘Rosario y la serenata’ se contabilizan 18 libros editados, 9 de poemas y 9 novelas. Tiene además tres trabajos inéditos que esperan la imprenta. No le interesó el cuento como forma literaria, pero sí el ensayo. Entre sus obras, destacamos: Las raíces (1972), Ramón (1973), Ruidos de Pájaros (1973), Meridiano del grito (1975), Florecen los aromos (1988), De espaldas al cielo (1989), Aquel olor a humo (1994), Fogata en la llovizna (1997), y La punta del bastón (2006).

A Gamarra la vocación literaria le surgió desde muy pequeño. Sostiene:

“Nadie se hace escritor... uno nace con una tendencia determinada. Yo nací con una predisposición natural para la literatura. De chico hojeaba todo lo que encontraba, desde revistas de historietas hasta libros como ‘Los tres mosqueteros’ y ‘La isla del tesoro’, y ya fui vislumbrando mi camino. Me di cuanta desde el principio que tenía malas inclinaciones, porque a mi hijo nunca le diría que tiene que ser escritor... Este oficio es uno de los más solitarios, porque, entre otras cosas, no abunda gente que pueda hablar con uno sobre literatura”.

Para Enrique, su novela ‘La punta del bastón’, significa mucho. Esta narración tiene su historia: una vez vio a su padre mirando una vieja fotografía y, de repente, levantó la vista de la misma y con dudas, le preguntó: ‘y éste, ¿quién es?’, refiriéndose a un muchacho joven. Era él mismo en su juventud y no reconocía su propia imagen de hace 70 años. Después lo miraba al anciano sentado en la vereda de su casa de Resistencia, en Cervantes y San Martín, donde pasaba las tardes. El anciano constantemente golpeaba con la punta de su bastón las baldosas gastadas de la vereda. Enrique entendió que su padre, en ese golpeteo rítmico, estaba recordando y repasando su vida: hechos, vivencias, gente. La punta del bastón es, para Gamarra, el acto de recordar.

Sobre la calidad de sus novelas, nos dice que siempre le parece que su último trabajo ha sido el mejor:

“Con el tiempo ocurre que lo que uno a veces creyó que era excelente después se da cuenta de que no lo es tanto. Sí me siento muy conforme de mis últimas cuatro novelas, aunque ‘Rosario y la serenata’ me parece la mejor. No creo que yo pueda volver a escribir algo así. Pero también hay cosas que no volvería a escribir, o las cambiaría. Por ejemplo, del mismo título de mi primer libro, Ademán de mi tierra, reniego totalmente. Si en 40 años alguien no cambia algo, es porque no aprendió nada”.

‘Rosario y la serenata’ también tiene su historia. El apellido de su padre no debía haber sido Gamarra, que era el de su madre, sino Reguera. O en todo caso Reguera Gamarra. Pero había ocurrido que el abuelo paterno de Enrique se había casado por primera vez con una mujer que lo dejó, huyendo con un violinista ciego. Es la trama de la novela, pero también es parte de su propia historia. Por ello su abuelo, al no existir el divorcio y con dificultades de poner su apellido a su hijo, éste llevaría el de su madre.

En poesía elige ‘Ruido de pájaros’, un poco porque en él su hija fue la protagonista. También ‘Porque estás en el mundo’, su última producción poética, es de su entera satisfacción, y está dedicado a su esposa Ilda.

Enrique no opina sobre escritores del Chaco ni literatura local, ‘por una cuestión de ética profesional’, según sostiene.

Una pregunta que nos hacemos, es por qué este escritor optó por hacer su carrera profesional en el Chaco, cuando se le abrieron puertas suficientes para encarar otros rumbos, tanto en Buenos Aires como el exterior. Gamarra tiene una literatura de exquisito nivel internacional, y si se hubiera afincado en Europa o Estados Unidos su realidad hubiera sido otra, sin dudas. Él nos dice:

‘Elegir vivir en Argentina, y más en el Chaco, significa renunciar a muchas cosas. Primero, a un reconocimiento internacional.’

Sobre literatura argentina, afirma que se está pasando por un período de crisis, en una época donde no hay novelistas de valor o alguien que deslumbre. Para él sus referentes literarios son Borges, Onetti, Rulfo —con quien compartió varias cenas—, Faulkner.

Los premios literarios no le son ajenos, pero descree de los mismos, sobre todo en los últimos años. Entiende que algunos libros llegan ‘recomendados’ y son los que pasan por un jurado de preselección. Cita el ejemplo de un premio importante que se otorga anualmente en Argentina, que se editó cuatro días después de haberse entregado el resultado.

‘Ademán de mi tierra’ recibió el premio de la Subsecretaría de Cultura de la Nación, del Fondo Nacional de las Artes, y la Faja de Honor de la S.A.D.E. —Sociedad Argentina de Escritores— que no pudo viajar a retirarla, pero volvió a reiterar este premio con la novela ‘La sombra del gorrión’. Es, además, Miembro de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía.

Su vida pasa por la literatura. Reconoce que no puede dejar de escribir. A veces quisiera tomarse un descanso de meses, pero no puede. Dos semanas después de publicar un libro ya está pensando en su próxima producción.

Enrique Gamarra en una reunión de escritores

Enrique Gamarra en una reunión de escritores, con Dante Valledor, Savelio Yurkevich, Beatriz Mercado, Miriam Belén Curleti, Aledo Meloni, Guido Miranda y esposa, y el anfitrión Moisés Penchansky. (Foto cedida por Enrique Gamarra)

Los estudios universitarios fueron para él importantes. En la facultad le brindaron las herramientas y técnicas necesarias para escribir bien, para tener criterio en la estructura de una poesía o la narrativa. Considera que además del talento y la inspiración deben ir acompañados de esfuerzo, dedicación y trabajo. ‘No hay labor a puro instinto’, nos dice. Agrega:

“...por supuesto que a la hora de escribir uno está tocado por algo muy especial. Muchas veces me ha ocurrido que, escribiendo de noche y luego de algunas horas, sin darme cuenta vi que el sol entraba por la ventana. El acto de la creación es un acto Divino, aunque lo creado sea una porquería. Pero el creador debe transpirar, debe dejar la vida en lo que hace. Hay que reivindicar la transpiración”.

El escritor y crítico literario chaqueño, Rolando Cánepa, opina sobre Gamarra:

“Hay un Gamarra de cada día y hay un Gamarra que literariamente viene de lejos en el tiempo, y puede decirse que su escritura, sin perder su frescura se ha estilizado hasta alcanzar una pureza clásica, incluso en narrativa, que es un arte contaminado por excelencia... Pero no olvidemos que es poeta desde siempre. Se adentró en la poesía con el ritmo perfecto y la rima impecable. Anduvo y anda los caminos del verso libre con la seguridad de quien vuelve de conocer los secretos formales de la poesía, la mejor tradición clásica y la no siempre convincente actualidad poética que se publica y consume. Tiene una auténtica grandeza literaria, una extraña manera de sentir que no ha terminado el sexto día del Génesis, que el momento de la creación no cesa”.

Cánepa tiene razón. Gamarra es un creador, un artista, que seguirá produciendo mientras viva; mientras pueda sostener el lápiz entre los dedos. Pero no es uno más. Es un escritor chaqueño de origen vasco, de los mejores escritores que dio esta tierra, y trascendió las fronteras de esta provincia. No se quedó en la creación, como hicieron otros. Enrique Gamarra enseña, comunica, transmite lo que sabe. No se guarda su experiencia y conocimiento. Por eso, más allá de sus incuestionables méritos literarios, es ahí donde radica su grandeza.

1 http://tpino.netfirms.com/gamarra.htm y http://www.misapellidos.com

2 Esta anécdota fue ratificada por varias notas periodísticas escritas por el recordado Raúl Berneri.

La opinión de los lectores:

comments powered by Disqus
Eusko IkaskuntzaAsmozEusko Media